martes, 26 de enero de 2010

NUESTRA CLASE




Decir que es una clase especial es excesivo, es una clase como otra cualquiera.

Está situada en el tercer piso, al fondo de un largo pasillo que nos recuerda un largo túnel, al final del cual,vemos la luz en nuestro aula.

El mejor punto de vista para poder describir la estancia es desde la puerta de entrada, desde donde tenemos una visión general de la misma. Es cuadrada, clara, luminosa y se nota que, a medida que va avanzando el curso, ha ido tomando color y calor…

A la derecha de la puerta, en la pared norte, nos encontramos una doble pizarra de color verde que, a algunos, nos recuerda el verde de la laguna de nuestros pueblos. Sobre ella, es decir, sobre la pizarra, un crucifijo. De frente, al oeste, podemos ver por las ventanas el patio "verde" donde los pequeños juegan. Hacia el oeste se divisa la Avenida Juan Pablo II, desde donde podemos escuchar el lejano ruido de los coches. Girando noventa grados hacia la derecha de la puerta, recorriendo toda la pared, se encuentran los armarios, estanterías y ventanillas que dejan pasar la luz del pasillo.

El suelo es de terrazo, sufrido, duro y...algo feo, pero bueno, cumple la función de soportar el peso de las veinticuatro mesas con sus mismas sillas, lugar donde cada día abrimos nuestras mentes para recibir contentos las enseñanzas que nos proporcionan nuestros maestros. La imagen que tiene de todo esto uno de nuestros compañeros es la siguiente: "a derecha y a izquierda, un bosque: los pupitres, los árboles y, las pizarras, la hierba."

Recorriendo todo el aula, sobre las ventanas, hemos ido pegando sobre las diferentes edades de la historia, los acontecimientos y personajes sobre los que hablamos en las diferentes asignaturas y, así, conseguimos tener una noción más clara, estructurada y visual de lo que vamos aprendiendo cada día.

Nuestra vista ha descrito lo que ve, pero no solo la vista compone una descripción, para que esta sea total, habría que llenar el aula de vida con sus diferentes aromas, distintas colonias, ropa empapada en lluvia o sudor, caras de alegría, sueños, tristezas… Habría que empapar el aula de las mismas ilusiones y esperanzas con las que cada día nosotros, los alumnos, llenamos este aula.

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